Los economistas suelen preocuparse poco por los efectos sociales y aún menos por los efectos culturales de los fenómenos económicos. Y no se para miente en que fenómenos como el ajuste, la acumulación de capital, las deudas o las quiebras tengan consecuencias en los comportamientos, además de repercutir en las mentalidades de las gentes y hasta en la psicología de las masas.