Revista Ecuador Debate
N° 71, agosto 2007, pp.7-24. CAAP. ISSN: 1012-1498
Si la política no se entiende mejor que en sus contradicciones, la actual coyuntura ecuatoriana proporciona dos, extraordinariamente significativas y cargadas de un alto potencial interpretativo. Por primera vez en la moderna historia republicana del país un candidato a la Presidencia gana las elecciones y comienza a gobernar sin un partido político ni representación parlamentaria en el Congreso. y, de otro lado, precisamente cuando las instituciones democráticas de la representación política (partidos, Congreso, diputados, elecciones) habían alcanzado su clímax de mayor deslegitimación y hasta corrupción, la convocatoria electoral a una Asamblea Constituyente ha desencadenado un frenesí de candidatos, representantes no sólo de los partidos tradicionales sino sobre todo de nuevas agrupaciones y movimientos políticos, de movimientos sociales, de medios de comunicación, de ONG’s, grupos empresariales, de la farándula, «reinas de belleza» deportistas y de la misma Iglesia; incluso de quienes hace pocos meses se habían manifestado contra la partidocracia, habían reclamado «que se vayan todos’; «fuera todos» los diputados, demostrando contra la «clase corrupta» de los congresistas y partidos.
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